Gabriel Cruz

Gabriel Cruz Calvo
Aldehuela de la Bóveda, 1933.
Soy viudo, tengo tres hijos, cuatro nietos y dos bisnietos.
Me gusta el campo y la lectura.
Mi padre de profesión ferroviario, hijo de ferroviario, nació en Villar de los Álamos, perteneciente al municipio de Aldehuela de la Bóveda, en una casilla de tantas que existían a lo largo de las Líneas Férreas, generalmente ocupadas por el personal encargado de su conservación y vigilancia.
Generalmente por motivos profesionales, mi padre se movía geográficamente con cierta frecuencia, pero siempre en un radio de acción relativamente corto. Así sucedió cuando a mis primeros siete meses de vida arribó en Aldealengua.
Al poco tiempo regresó a lo que llamaba su tierra, o sea, a la Línea de Salamanca a la frontera portuguesa.
En Muñoz, nacieron mis hermanos y aprendí mis primeras letras.
Un nuevo traslado de mi padre sitúa a la familia, compuesta ya por siete miembros, en una casilla en el término municipal de Aldehuela de la Bóveda, distante tres km y medio del municipio.
Contando ocho años de edad, nos desplazábamos mi hermano mayor acompañado de otros chicos y chicas del entorno, hijos de pastores, ganaderos, agricultores y camineros de obras públicas, diariamente a la escuela, corrían los años 1941, 1943, fecha en la que mi padre se asentó definitivamente en Calzada de D. Diego.
Cumplidos los catorce años de edad, terminaba el ciclo escolar, a partir de ahí comienza la segunda etapa de mi vida, trabajando en el campo, alternando periodos en Renfe.
En 1954 me alisto como voluntario en el Ejército del Aire, automóviles, para cumplir el servicio militar en Getafe, Barajas.
Una vez licenciado, en febrero de 1956, comienzo a trabajar definitivamente en Renfe, hasta mi prejubilación en el año 1992 siempre en vías y obras. Comencé como obrero raso, y siendo el puesto del escalafón salarial del 1 al 10, conseguí llegar al 7 con sacrificio y tesón, características que nunca me abandonaron, siempre por concurso –examen llegué al cargo de Jefe de Distrito.
Enero de 1994, fue un año crucial para la familia, pues sufrimos la pérdida de la esposa y madre. A partir de esa fecha, unos años más tarde empecé a interesarme por la poesía.
Desde siempre sentí admiración por este género, me gustaba y me gusta Gabriel y Galán, Bécquer, Lorca, Miguel Hernández, los hermanos Machado, etc.
En el 2007 me entero de que todos los martes se celebran en San Esteban, los Dominicos una tertulia poética, moderada por Luis Frayle, quien me recibe encantado. Hasta la fecha soy asiduo asistente a la misma.
Al tiempo comienzo a asistir a otra actividad poética en el Ateneo, moderada por Fernando Díaz San Miguel, motivo por el cual conocí entre otras personas a la inolvidable Pepita Sánchez Sousa, mujer encantadora que a pesar de su edad aportaba a la tertulia frescura, generosidad, alegría, sencillez y sabiduría.
Y aquí me tienen tomándoles el testigo a Pepita, que ya quisiera yo heredar todas o alguna de sus virtudes.
Su ausencia sentida en la Asociación cultural Pentadrama- me consta- impulsó mi decisión de ser un socio más de dicha asociación.

Muy agradecido a su presidenta Montse Villar y a todos y cada uno de sus socios.



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