Encuentro literario con tres mujeres poetas

El próximo miércoles 10 de mayo tendremos el Encuentro literario con tres poetas: 
Nieves Álvarez, Adoración Campos y Marisa Campo Martínez. Todas ellas con una larga trayectoria literaria y compromiso con la poesía, dedican parte de su tiempo a organizar actividades literarias.



Nieves Álvarez ha publicado varias obras entre las que destacan: Intrusos en el tiempo. Teorema de la lírica. Premio de Poesía Vicente Martín. Vitruvio. La Magia de la voz, Ayuntamiento de Bujalance, XVII Premio Poeta Mario López. Desde todos los nombres (abecedario del olvido). Cuadernos del Laberinto. Erótica de la luz (liturgia de las horas). Vitruvio.





Adoración Campos, publica habitualmente sus poemas en las revistas Anémona y Absenta Poetas En el año 2010, fue finalista del Premio Nacional Cálamo de Poesía Erótica con la obra La lengua se abre paso.
  



Marisa Campo Martínez ha publicado diferentes cuadernos poéticos publicados: Cuaderno de bitácora, Qué trama el mar, Leyendo a Margot y El tren de los Urales.












NIEVES ÁLVAREZ



VER – SOS


-manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo-
Gloria Fuertes

Pido socorro y pienso
como el viento en los pájaros,
en las espigas, en las amapolas,
en los días de sol, en las mañanas
que se agitan en nombre de la luz.

Pido socorro y miro
como el viento en el sueño,
en la verdad oculta, en la mentira,
en las ventanas secas y futuras
que buscan su pasado alrededor.

Pido socorro y veo
como el viento en los árboles,
en los montes, las piedras, las almenas,
en las noches de luna, en los tejados
donde se esconde y participa el mar.

Pido socorro y grito
como el viento en la lluvia,
en el juego, en la vida y en la suerte,
en el silencio de palabras muertas
que resucitan al amanecer. 

Pido socorro y creo
como el viento en los párpados, 
en este canto herido, esta tormenta,
en este trazo en guerra, en paz, en fuego
que agita el llanto y se enciende en mí. 


(Poema escrito para el número 27 de la Revista El Cobaya, editada por el Ayuntamiento de Ávila, como homenaje a Gloria Fuertes en el centenario de su nacimiento)






OPERACIÓN DE CIRUGÍA ÉTICA


Hoy necesito ayuda
desesperadamente.

Una urgencia quirúrgica me impulsa
a pedir, reclamar vuestra clemencia:
poetas, dramaturgos,
amigos de los pájaros,
defensores de besos
y animales domésticos,
inquilinos salvajes de las selvas,
o simplemente hormigas.

Es posible que alguno de vosotros
conozca en qué país, en qué ciudad,
en qué bosque, en qué río, en qué montaña,
me pueden cobijar al salir del quirófano,
cuando sepa escaparme de esta vida
que no quiero vivir.

Solo espero que sepáis comprenderme:
no voy a seguir siendo lo que soy
y he decidido
convertirme en paloma,
en delfín, en caballo,
en perro o en pequeño petirrojo,
y, preferentemente, en gata callejera,
subirme a los tejados y maullarle a la luna
proclamando
que soy una animal.


(Inédito)





ESCENA 3: TRAVELLING DESCENDENTE

XIII


Ojo en verso. Ruido en la escalera.
Suben ojos sin nombre, sin ayer.

Las vecinas. ¿Qué dirán las vecinas?
¡Qué vergüenza, por Dios!

Tras cada puerta un ojo.
Ojos en descansillos, en balcones,
en los rumores ciegos,
en los jardines sórdidos
con ojos flores o sin ojos flores.

Un ojo allá y aquí,
dos ojos mudos en el ascensor,
ensalada de ojos en las plazas,
filas de ojos en aceras y bares.

La tarde es toda en ojos que no ven.

- Se nos va, se nos va.
                (murmura un bata verde)
- ¿Llamamos a la jueza?
                (pregunta un hombre traje)     

Los ojos se arraciman, se dividen,
se multiplican, vuelan, titubean.
Encuentran, examinan, ojos buscan,
ojos cajón de arriba de la cómoda.
Bajan los niños ojos y palomas de mar.
Suben los ojos la persiana azul.

¿Por qué me miran? ¿Dónde está la luz?

Un golpe en la pared, ojos en guardia.
Un silbido y los ojos explosionan.
Se disparan los ojos esparcidos
en el sofá granate de la salita gris.


(Del poemario en proceso de edición Tremor de polvo rojo)



Epílogo II
He nacido muerta

Yo, aunque no lo creáis,
he nacido muerta,
y decía mi padre
que hubo un tiempo
en el que los niños y los hombres,
las mujeres, las niñas,
las personas mayores
-casi siempre-
nacíamos muertas.
Luego resucitábamos,
- o no -
pero algunas,
se seguían muriendo poco a poco,
de ciudad en ciudad,
de llanto en llanto,
de laberinto en laberinto.
Se morían de pie o de rodillas,
en el bosque, en la plaza,
en las trincheras.
Se morían de muerte artificial,
de tristeza congénita,
de repente,
de sobrarles la boca y el estómago,
de seguir vivas.

Yo, aunque no lo creáis,
he nacido muerta,
pero aquí me tenéis,
aún sigo viva,
intentando
no quererme morir
hasta el último aliento
del reloj.


(De libro Desde todos los nombres. Abecedario del olvido. Cuadernos del Laberinto, Madrid, 2014)





MARISA CAMPO

Durante más de treinta años,
dormí en ciénagas profundas.
No son nada. El tiempo es relativo,
lo mismo que el umbral del dolor.
                                                                                                                                 
Soñé con Ivánov.

El tren de los Urales
me condujo a una vida
de ficción en la que me avine
con un personaje paralelo.


Orlandino      
 Orlandino se llamaba
 (Estrofas de Colombo y Bolo. Eliot)                                                                              

Cuando el invierno emerge de los suelos
colándose por los muros y los huesos,
abriéndose paso despiadado y ajeno al mundo,
me convierto en Orlandino con su dicho favorito,
aunque variando el sujeto en cada ocasión,
según se presente el gris intravenoso del cielo.



Desde mi mesa

                                               A Geli

Hay una puesta de sol en mi espejo. Es cierto.
 A veces lo real, supera con creces lo inverosímil.

El cielo añil, guarda una gota de agua del desierto
para que bebamos contemplando nuestra propia imagen
y brindemos por una esfera verde que se oculta
y que un día aciago ya no veremos.

Alguien camina de espaldas a poniente. Ajeno
al mundo, arrastra las cadenas sobre la tierra
anaranjada y sinuosa de Alejandría.
¿Soy yo acaso esa mariposa blanca
que aletea ante el verdor estampado,
en la boca negra de un túnel?

¿Me tienta la fría oscuridad?
¿O lo hace el calor y la seguridad ofrecida
por el cielo azul que me envuelve?

Jaime Tercero. Madrid
Las calles engullían el sol y vomitaban luz en los atardeceres.
Como un animalito enjaulado, yo leía sobre el suelo de mi balcón,
Cien años de Soledad y me asaltaban angustias de Regenta,
cuando las sirenas de la policía boicoteaban mis sueños
y una Guerra Fría se libraba más allá de mí persona.

José Menese se aclaraba la garganta en el piso de abajo.
Su voz gutural anunciaba otra cosa muy distinta del canto,
infundía miedos, mientras, sus hijos jugaban en la acera
de una visión derretida por el calor sin tregua del asfalto.

……..
Algunos poetas viven su Verdad como algo incuestionable,
del mismo modo que algunas personas creen firmemente
que frases que circulan por la red son un dogma. Que pensamientos
aislados de contexto, desmejorados por el manoseo,  en su personalísima
mandorla mística, son una axioma.

¿De qué hablo cuando hablo de correr?
Murakami

Hablo de la noche. De la montaña esperándome
para guarecerme en la piedra fría, de las estrellas
que se acercan para observar y desaparecer cuando giro
y hago un sprint.

Hablo de la arena derretida por mis pies cansados,
del agua lamiendo las huellas de mi paso rápido,
de otros pies pequeños impresos tras los míos.

Digo en la velocidad de mi carrera que he soñado
y cada tarde, avanzo, casi  me elevo sobre el asfalto,
sobre el ladrillo de mi edificio, en  vuelo rasante.

Todo para caer sobre la mesa blanca como una isla.
Para olvidar que fui joven y atlética, y que acompasaba
el ritmo de la respiración al de los versos.

De eso hablo. De un tiempo dilatado. Vasto. Igual que una pista.
Con calles por las que discurro en silencio, perdida ya la fuerza.


ADORACIÓN CAMPOS
Pliegos/ Encuentro Poético Salamanca/mayo 2017

I

ESPARCIDA EN LA CORRIENTE bajo los árboles del río,
rozo la turba de hojas y ramas, los nombres que pasan.
Sigo el curso de las estaciones nuevas.
El principio está ya lejos, pura mansedumbre en el agua.
Ofrezco mi cuerpo al cielo sin sombras.
No me sostiene el orden,
sólo la felicidad y el vértigo permanecen.
Desnuda en el principio,
antes y después
-debajo hay otro clima-


II

EN
EL SIGNO
que
trazas
a
mi
espalda
me
he
tumbado.
Dejo la puesta de sol para otro día.
Afuera no.
los
hilos
que
nos
llevan
se dan la mano en este paraje subterráneo.
Sola no.
la paz sin nadie, no ahora. Este sitio sí
esta
paz
sí.

(del poemario La lengua se abre paso, finalista Premio Cálamo, 2010)


 III

TRÁTAME COMO UN OFICIO que quieras aprender
cuando coloques cada día las piezas de diferentes manera,
traza un círculo y déjame como si estuviera sola,
habítalo conmigo como si estuvieras solo.
Aquí hallaremos lo que de nosotros viene sin saber cómo.
Vamos a ponernos el mejor sombrero para atravesar cerrados,
y no dejar nada de más a la memoria.

( del poemario Ondas y Partículas, 2012)



IV

ME QUIERES COMO TÚ
vencida.
Yo que vengo de luchar conmigo,
pero nunca es suficiente lo que hacemos solos
para esquivar el vértigo y el desvanecimiento.
Quiero fuera tu cabeza oscura, tus actos pálidos
que hagas conmigo la travesía mundana, la recogida de luz
bajo la ropa, los bienes y los males juntos.
Aunque el gozo no termine de posarse en las manos
toda mi musculatura, espera la lluvia justa, el sol con creces.
Escucha el engranaje:
el látigo naranja de las hogueras silva en las colinas
el viento se mueve como un ojo suelto que ha cortado con los pensamientos.
Todas nuestras pérdidas no han hecho estetas sólidos de morada frágil,
es un día para beber juntos y dejar migas de pan en larga sobremesa.

( del poemario, Caja de Musgo y Dragones, 2016)











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